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Reflexión ante la hecatombe.

La peste no tiene miramientos, los pueblos son desechables. No hay diferencias. orruptos gobernantes, ladrones de cuellos blancos, ricos, pobres, famosos, desconocidos, jóvenes, ancianos, todos son objetivos. 

En nuestra forzosa reclusión, la hipermodernidad tecnológica nos permite ejercer nuestro voyerismo en las redes; a través del móvil vemos y nos ven, pero cual Caballo de Troya, carga la ponzoña que espera paciente nuestro descuido. 

Quizás esta pandemia sea la justa paga, como diría el amigo escritor ya fallecido, Pedro Peix, “a las inconsecuencias y dobleces de una sociedad ruin y obscena en su afán de lucro y en la consagración de la usura, el despotismo y el desdoblamiento de investiduras y señoríos de políticos y gobernantes, agazapados desde una sinuosa cumbre de paradigma que avergüenzan la práctica de sus dogmas, la degenerada ambición de poder y la sórdida concentración de la riqueza.”

Lo lamentable, es que la paga la asumen “justos y pecadores”, inocentes de este mundo, que han visto como los gobernantes de turno, han capeado por sus fueros haciendo y deshaciendo a su antojo, lucrándose ellos y sus cercanos de la riqueza colectiva, olvidándose de quienes lo elevaron a sus posiciones para dar soluciones a la sociedad, de salud, educación, hábitat, trabajo, seguridad ciudadana, en fin,  una serie derechos inalienables para el bienestar de la humanidad.Nos han dado, sin embargo; guerras, hambre, miseria, persecuciones y ocupaciones, explotación de grandes conglomerados humanos, asesinatos y crímenes de lesa humanidad, represión, salarios miserables y concentraciones de riquezas en manos de minorías privilegiadas, inequidad educativa, persecuciones, salarios miseros, exclusión y racismo, xenofobia, discriminación de género, y una larga e interminable lista de iniquidades y vejámenes, que ponen en entredicho nuestra condición humana.  Al final, solo nos queda la firme esperanza <de lo que acontece sea motivo de reflexión, que dará   comienzo a  cambios significativos de comportamientos, para los que sobrevivamos a esta hecatombe

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